SANT JOAN II
He tenido que superar mi terror a las
caídas, en algunas rampas que ya había caído. Efectivamente, las rampas de
cerca de que casa, no están bien (he solicitado al ayuntamiento que las
arreglen), pero como decía, he tenido que esforzarme para superar mi miedo,
enfrentándome de cara a mis temores y lo he superado. En fechas anteriores, he
abandonado el caminador y he utilizado la silla de ruedas eléctrica. Una vez
superado el problema vuelvo a utilizar el andador para ir a tomar café.
Una de las más importantes enseñanzas
del budismo es que el deseo comporta sufrimiento. Y preconizan abandonar la
vida material y el materialismo. En mi caso, mis deseos, los he tenido que
abandonar de modo forzado. De manera que, no puedo tener el placer de una buena
comida, no puedo tener el placer sexual, no puedo realizar mis deseos de acudir
al campo con mi bicicleta de montaña, tampoco mi deseo de acunar a mis nietos, ni
mi deseo de tener una conversación con un buen amigo frente a una taza de café,
ni mi deseo de “andar” en una playa solitaria de Menorca, ni mi deseo de viajar
sin restricciones, de poder disfrutar de reír con amigos…
Pero encuentro la forma de satisfacer
otros deseos más sencillos y gratuitos, como abrazar a mi esposa, dejarme besar
por mis hijos y nietos, deleitarme viendo las grandes aves que surcan el cielo
de Menorca, disfrutar de la sombra de un árbol, estos días tan calurosos…
He pensado que, si no puedo alimentar mi
naturaleza física, puedo alimentar mi naturaleza espiritual. Tengo que seguir
meditando sobre este último pensamiento, para ver cómo “engordo” mi
parte anímica.
De todas formas, mi vida es un desafío
constante.
Estuvimos este
mes de junio estuvimos en el Hospital de Bellvitge, para revisión regular y
cambiar la conexión con la sonda gástrica, que se hace cada seis meses y he
traído muchas novedades de ese hospital. Sobre todo, que me han dado por
recuperado del sistema respiratorio, porque han renunciado a pincharme para
comprobar el nivel de oxígeno en sangre que me hacían cada vez, porque me
encuentran estable; también porque me ayudan a tramitar el cambio a un hospital
de Mallorca, que será más cerca para mí y me pagarán el gasto de aviones y de
dietas.
Para ir al
Hospital de Bellvitge, he estado yendo y viniendo más de cuatro años y no me
han pagado nada. Pero lo pagaba con gusto por ser atendido con el estupendo
equipo multidisciplinar que comanda la doctora Mónica Povedano, a quién tengo
tanto que agradecer.
El estado de mi
enfermedad no necesita seguir acudiendo al Hospital de Bellvitge. Me basta que
hagan mi seguimiento en un hospital de Baleares. El cambio de conexión de la
sonda, me lo harán en Menorca.
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En mis salidas al campo con el triciclo,
me horrorizo de comprobar la ingente cantidad de cubiertas con uralita
(amianto) que están en las fincas agrícolas, hortales y alguna nave del
polígono industrial. El amianto es un material cancerígeno, ya prohibido y se
colocaba por su precio más asequible. Ahora, para desmontarlo lo tiene que
hacer una empresa especializada en estos trabajos y es obligatorio cuando se ha
acabado su vida útil.
Otra cosa que veo en mis paseos es la
vegetación que crece encima de las paredes secas que delimitan las fincas
agrícolas y que producen caídas de las tapias por su peso o que minen sus bases
y terminan cayendo. Hace 50 años no pasaba, porque los hombres del campo, las
mantenían limpias.
También observo el tipo de andar de las sabandijas,
que parece que no tocan el suelo y, en cambio, diría que surfean sobre el
asfalto, debido a su velocidad.
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Me declaro cinéfilo, prácticamente solo
veo películas en el televisor y alguna vez voy al cine “grande”. Para
ver El Último Mohicano, se tiene que ver en una pantalla grande. Mis películas
preferidas son, además de El último mohicano, Bailando con lobos, Gladiator y
Leyendas de Pasión. No me canso de verlas.
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RELATOS
BAJOLI.
Durante mi
tiempo del servicio militar (la mili), estaba en un cuartel militar
cerca de casa (la hice voluntario para estar en casa y poder trabajar), que
tenía un departamento militar a su cargo y teníamos que vigilar sus
instalaciones, debiendo permanecer allí una semana de un equipo formado por dos
soldados y un cabo (que era yo. Ya sabes, el que vale, vale. El que no, para
cabo). El lugar está abandonado de la mano de Dios, dado que no tenía
luz ni agua corriente y el edificio donde dormíamos estaba en mal estado. Pongo
un ejemplo: al no tener frigorífico, nos subían la carne viva, el pollo
nos los daban vivo y teníamos que matarlo para comérnoslo ☹
Había una casa
perteneciente al sector de marina, que estaba enfrente de la casa donde pernoctábamos,
que estaba en ruinas, pero se podía ver el estupendo comedor con vistas
estupendas al mar y los ventanales, que eran seis, un lugar ideal para ver
tormentas.
No había acceso
por tierra, excepto para pasar una motocicleta, en la que venía mi novia a
verme (desde hace 44 años, mi esposa) con muchas dificultades porque el camino
estaba en mal estado. Para acceder al destacamento, la furgoneta militar nos
dejaba al pie de la subida (de un cerro) y llegábamos a pie, también los
productos para alimentarnos, que también teníamos que recoger a pie. Al soldado
que nos traía la comida, le llamábamos cabo compras.
SA CALETA. -
Es el nombre que
tiene la playa a la que íbamos de jóvenes, porque está cerca del pueblo
y, en ese tiempo, estaba muy limpia.
Al zambullirnos,
mis amigos se reían de mí, porque al tener el cabello muy claro, muy fino, mojado,
parecía que no lo tenía.
Pero, con los
años, yo tengo una mata plateada y ellos (mis amigos), casi todos son calvos
(de verdad).
A esa playa,
ahora se le puede llamar la playa de los jubilados, porque en verano, a
las ocho de la mañana, está copada por los jubilados, como yo.
SON ERMITÁ. –
Es el nombre de
la finca que ocupamos hace muchos años, algunos amigos y mi cuñado, con
nuestros hijos, que eran pequeños.
Nos permitieron
pernoctar en el refugio que había construido el dueño de la finca, que era espectacular,
porque tenía un cristal enorme y muy grueso que te permitía ver el mar.
El payés que nos
atendió, nos dijo que el mes de agosto de ese año (fuimos a principios de
agosto), sería malo, atmosféricamente hablando. Teníamos dudas de que así fuera,
porque el agosto en Menorca, solo significa calor. Pero cuando estábamos en el
refugio, comenzó una tormenta espectacular y pudimos verla cómodamente desde el
refugio y su cristal formidable. Fue un espectáculo ver caer los rayos en el
mar y el ruido ensordecedor que hacían. Lo recordaré siempre mientras viva. Y
siempre recordaré el pronóstico que hizo el payés, que se cumplió: todo el mes
de agosto de ese año, fue desapacible.
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SANT JOAN 2024.-
Las fotos son de la fiesta de Ciutadella de este año. Lo que veis es de uno de
los actos más importantes. Y este año en la magnífica plaza d’es Born, estaban
en un momento determinado más de 28.000 personas. También está la foto de mi
esposa Bel y mía, que teníamos tan buena vista, porque el ayuntamiento facilita
plazas para personas con discapacidad.
Están en casa mi
hija y mis nietos andaluces, con motivo de esas fiestas. Siempre es una alegría
tener cerca a mis nietos menores, porque residen en una pedanía de Marbella.
Elia, crece
bonita y Nil, es muy listo. Pensaba que no me hacía caso y me sorprendió al
hacer yo un amago de cruzar por la alfombra donde estaba el jugando y quiso
quitar los juguetes suyos, para que yo pudiera pasar. 😊
También
sorprendió a su madre al comentarle que tenia las uñas de las manos fatal y
quería que se las cortara. Solo tiene dos años.
Este año, se
nota mucho que hay más gente que el año anterior, porque se forman grandes
aglomeraciones de gente, que me impedían a mí, por ejemplo, pasar por la ruta
que debía hacer con la silla de ruedas para dirigirme a la plaza des Born, un
acto colosal.
En mi estado, no
puedo acudir a casi ninguno de los lugares donde se celebra los festejos y ver
ese espectáculo desde un buen lugar, me llena de alegría.
“Tráete a cuentas cada día, antes de que seas
llamado a rendirlas”
Escritos bahá’is
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