RESISTENCIA

 



La enfermedad avanza, pero más lentamente. Me encuentro estable de la función de comer y hablar, del movimiento, no. Parecía que no era posible avanzar más, pero lo es. Noto signos de empeoramiento en la deambulación, pero, en contraposición, la silla de ruedas eléctrica me da mucha movilidad y he aprendido, todavía más, a manejarla con soltura. Por ejemplo, para entrar y salir del ascensor: al principio tenía que detener su portón, varias veces. Ahora con el retardo de las puertas, me basta para salir y entrar. El mando es muy preciso.

En estos momentos, puedo decir que todo va sobre ruedas, porque para mi movimiento, tengo en casa agarradores y barras de seguridad y retractiles en los dos cuartos de baño, andador para moverme, barra donde cuelgo los nutrientes (así se administra con facilidad y no te impide hacer otra cosa), sillas con ruedas en mi sitio de la cocina y donde trabajo con el ordenador y otras tareas que realizo sentado, por fin, para salir de casa, utilizo la silla salva escaleras que me sitúa en la puerta donde, a un metro, tengo el andador y ascensor que me permite salir a la calle si hago un trayecto corto, como tomar café; pero si tiene que ser un trayecto largo (como ir a una sesión de recuperación que está más de un kilómetro de casa), bajo al parking con el andador y con el ascensor, después cojo la silla de ruedas eléctrica y dejo el andador, subo con la silla a la calle con el elevador. Estoy muy satisfecho con la silla de ruedas eléctrica, por los motivos que he apuntado antes, pero también por otros motivos: su seguridad. Estaba subiendo una rampa muy empinada (ya he solicitado que la modifiquen) y di potencia a la silla para poder superarla y la silla se levantó sobre las ruedas traseras, no dejé que el sobresalto me descontrolara y conseguí bajar las ruedas delanteras. No pasó nada, pero el susto permanecía en mí.  Después recordé que la silla lleva un dispositivo antivuelco. Se trata de unas ruedas que no tocan al suelo, excepto cuando la silla se levanta y ese fue el motivo de no caerme.

En que en el edificio que vivo, el administrador del inmueble me ha puesto muchas facilidades para adaptar el edificio a mí. Han puesto interruptores a mi alcance, han adaptado a mis necesidades la puerta que da acceso al ascensor, han puesto una rampa para acceder al portal…

Ya veis que la enfermedad no me impide hacer vida casi normal, por las ayudas técnicas que tengo a mi disposición.

En mi fuero interno, añoro más visitas de amigos y familiares (mis hermanos y sus esposas, vienen cada semana). Aunque no pueda hablar, me comunico y aprecio las visitas al escucharlas y, sobre todo, sus muestras de cariño.

No sé si lo he dicho, en mis caídas, veo la mano de Dios al no permitir que sean más graves. Lo que me pasa, si me caigo, es un problema de gravedad (desafío esa ley). Por otro lado, cada vez me recupero más pronto. Por ejemplo, me caí de espaldas sobre el canto de una mesa baja, de centro; mi esposa lo vio y estaba persuadida de que me había roto una costilla u otro hueso. Me dolió muchísimo. El incidente pasó por la tarde y cuando me iba a dormir, apenas me dolía y pude dormir muchas horas. Ayer, tuve una caída cuando iba a dormir y me luxé el hombro, estaba asustado porque no podía utilizar el brazo derecho y me dolía muchísimo. Así que decidí ir a urgencias del Hospital Juaneda, para que valoraran lo que tenía y me pusieran un calmante. Allí, comprobaron que no tenía nada roto y me pusieron una inyección de calmante.

Al llegar a casa, ya podía mover el brazo y en la cama no me dolía. Total, que esta mañana, ya podía utilizar el brazo, con un mínimo de dolor.

 

Por mi parte, nunca exijo. Al contrario, confío en la indulgencia de los que me rodean.

El mes que viene, vendrán mis nietos andaluces con motivo de las fiestas patronales. Por cierto, aquí decimos que los nietos son como los albañiles… en castellano, ¿existe una expresión paralela?

Porque los albañiles y los nietos, traen alegría cuando vienen y también alegría, cuando se van 😊.

 

 

El mes que viene, iremos al Hospital de Bellvitge, para revisión regular y cambiar el artilugio que conecta la sonda con el exterior y donde puedo introducir nutrientes, se cambia cada seis meses. Un tema que quiero compartir con la neuróloga dra. Povedano, es que, hace unos meses, pierdo la memoria inmediata (lo que he decidido hace unos segundos), sobre todo, con el móvil: si he decidido hacer una acción con ese dispositivo y me entretengo mirando los mensajes de whatsapp, no recuerdo el trabajo que iba a hacer. Incluso, cuando ya he hecho una actividad (lavarme los dientes) y no lo recuerdo, puedo hacerlo dos veces. Lo que me preocupa es si olvido de hacer algo importante, como el otro día, salía del centro de salud y sentí frío, me quité la bolsa bandolera que llevaba y la deje colgada de un reposabrazos de la silla de ruedas eléctrica, mientras me subía la cremallera. No me acordé más y estuve arrastrándola unos cien metros, hasta que el fardo se enredó en las ruedas de la silla. Con el peligro que representaba por producir una caída y un verdadero estropicio, porque llevaba el móvil y las gafas, pero cuando vi el enredo también pensé en como lo haría para quitarlo, porque no podía bajar de la silla. Fue un alivio que una persona que conozco lo vio y me ayudó.

En cambio, la memoria de hace tiempo (retrospectiva), la voy recuperando mucho, por eso, puedo contar, con detalle, hechos que me han pasado en la vida. Como los relatos que más abajo escribo.

 

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Sigo montando en el triciclo por el campo y sigo avistando los milanos; estos días he visto una imagen que no había visto nunca:  vi a una pareja de esas aves, volando juntos y lo normal es que sean solitarios, es diferente del alimoche (miloca) que es gregario, el clan (milocar) está en lugar determinado, por ejemplo, un árbol.

El otro día haciendo mi ruta habitual (ir de mi casa al faro Nati y volver, ir a la Vall y volver, ir a Cala Morell y volver, en total, más de 30 kilómetros), cuando llegaba al faro, con un tiempo nublado y el viento en calma, alargué la vista hacia el mar y el horizonte se confundía porque no se distinguía la masa de agua de las nubes, debido a que el mar incorpora el color del cielo que tiene encima. En cualquier caso, era una imagen preciosa de las que motivan el diseño de un cuadro, en cambio, una foto de ese momento, seria decepcionante. 

Hice una reflexión, en la pasada publicación, sobre que, si tienes buena alimentación, tendrás buena salud. Ahora quiero añadir que el tamaño de la barriga de una persona, es inversamente proporcional a su salud.

Quiero traer aquí dos pensamientos que he leído en el libro Dimensiones creativas del sufrimiento:

              . Ningún hombre se baña dos veces en el mismo río, pues no se trata del mismo río, ni él es el mismo hombre. Heráclito.

              . La habilidad de aceptar lo inevitable y adaptarse a ello de forma constructiva, constituye un acto creador. A. M. Gadirian.

 

RELATOS

 El abril de 1974, mi hermano Biá volvió a nacer con 16 años. A principios de ese mes, la fábrica de bisutería, donde trabajaba, estalló y la explosión destruyó esa fábrica, llevándose la vida de una chica joven, causando múltiples heridas y quemaduras al resto que estaban dentro, porque fue a las siete de la mañana, cuando los obreros comenzaban a trabajar. Se ve que había habido un escape de gas en la noche anterior, de un tipo que no desprendía olor y estaba alojado a ras de suelo y la joven que murió fue la que comenzó a encender un soplete para hacer su trabajo. Fue una suerte para los que no estaban dentro del taller, como mi tío Pedro, que la explosión le cerró la puerta y, por tanto, le salvó. Mi hermano estaba en el taller muy cerca del soplete, pero la detonación lo hizo volar y se salvó del efecto de la deflagración y de los cascotes del local; solo tuvo que lamentar la rotura de un pie, a causa de la caída.

 

 

 

En la época que acampábamos en la Vall, siendo yo un crío, ocurrió un lamentable suceso porque murió un niño ahogado en el mar. Nunca olvidaré la expresión del padre del chiquillo, al pasar delante de nuestro campamento, aunque han pasado más de cincuenta años.

El incidente pasó porque el niño tenía una pequeña barca, de esas que se hinchan y tenía un frenesí por utilizarla. Su madre le había prohibido su uso porque había mar de tierra (cuando el mar tiene corriente que procede de la tierra). Este tipo de corriente no es peligroso para los que están nadando, pero si dejas una pelota o colchón hinchable (o una pequeña barca), se va a toda velocidad.

Lo que pasó con el chiquillo, es que, aprovechando la hora de la siesta de los mayores, después de comer (no había nadie en la playa), se montó en su pequeña embarcación y, al cabo de un momento, estaba en mar abierto. No se sabe qué hizo después, pero supusieron que, al notar que estaba lejos y no podía volver, se levantó para gritar, perdió el equilibrio y se ahogó, saliendo en otra playa.

Recuerdo también, el momento de quemar la embarcación.

Durante muchos años recordé el suceso, al ver por la calle a el padre o a la madre de la criatura.

 

 

 

 

 

Dicen que los catalanes, al definir una tienda abierta de éxito, entienden que deben tener tres características:

1º . Su ubicación.

2º . Su ubicación.

3º . Su ubicación

Pues los padres de mi amigo Toni, cumplían con esas particularidades, porque tienen sus tiendas de ropa en el lugar más céntrico de mi pueblo, y junto con sus dos hermanos heredaron esas tiendas y otro cuantioso patrimonio. Los tres hermanos están jubilados y administran las tiendas sus hijos, nietos de los que las fundaron.

Creo recordar que ya lo expliqué a mi amigo, lo que viví, siendo un niño, durante una acción de venta protagonizada por su madre, que era una vendedora fenomenal (era su coto privado y ejercía de dueña, el establecimiento no llevaba el apellido de su marido, la tienda era conocida por el apellido de la madre) en ese comercio famoso en el pueblo, de la que recuerdo su mobiliario y otras características, propias de una tienda de ropa de finales del siglo pasado (durante la época en que la gestionaron los hijos, hicieron una reforma importante y con gusto, propio de mi amigo y sus hermanos).

Sigo contando lo que vi siendo un chaval. Mi madre había ido a comprar ropa conmigo y en la tienda, la madre de mi amigo, estaba atendiendo a una mujer y tuvimos que esperar; gracias a esta circunstancia, pude escuchar la conversación. Recuerdo el precio, 30 pesetas, de una camisa que quería comprar la señora (después deduje que era una señora que vivía y trabajaba en el campo: una payesa) y la madona (payesa), al oír el precio, le planteó a la madre de mi amigo, que en el campo utilizar esa camisa, era muy normal (de lista), pero en el pueblo era más difícil venderla y dio a entender que pedía un descuento, pero la dueña de la tienda, le dijo:

-          no lo crea…

 y con esa frase evitó el descuento, porque la clienta dio las treinta pesetas.

 

 

“la fuente de todo bien, es la confianza en Dios, sumisión a Su mandato y contento con Su santa Voluntad…

Escritos Bahá’is


Comentarios

  1. Tu publicación esta vez me ha parecido interesantísima, te estás convirtiendo en magnífico literato; asuntos de los que redactar no te faltan, al que ahora hay que añadir que tu estilo de redacción es cada vez más elegante. Felicidades, Climent. Por cierto, curiosísimo el dicho sobre los nietos y los albañiles, no lo había oído antes. Lástima que vivamos tan lejos uno de otro, me encantaría pasarme a visitarte un rato de vez en cuando, y acompañarte a algunos de los lugares que describes. Quizás en algún momento podrías incluir alguna foto más, o incluso alguna grabación de vídeo (breves, de 10-15 segundos). Un abrazo desde Almería, Nabil

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