SUBMARINISMO
Han estado en casa, mi hija Roser, que vive en Málaga, con sus hijos. Su marido no vino, porque tiene un negocio de cara al turismo y trabaja todos los días en el verano. Han pasado casi un mes en casa. Mis nietos menores son Elia y Nil, la niña tiene siete años y el pequeño el mes que viene cumplirá dos. (los mayores, son de mi hijo mayor y tienen dieciocho y catorce). Siempre es una alegría tenerlos en casa. Aquí tenemos un dicho, que reza: los nietos son como los albañiles; alegría cuando vienen y alegría cuando se van. A pesar de la presencia de los niños, no he alterado mi rutina y he seguido montando en mi triciclo y acudiendo a las sesiones de mis fisioterapeutas. También es cierto que mis nietos me obvian. Y lo entiendo. Es debido a que no interactúo con ellos. No puedo hablar con ellos, tampoco jugar ni cuidarlos y mi relación se limita a saludarlos. No es extraño que pasen de mí. No obstante, el pequeño se alegra mucho de verme, cuando llego de fuera o al despertarse, dicie