TOYO

 


PORQUÉ ESCRIBO (poema)


Mi necesidad de escribir,
no la hallaréis en mi limitación.

No es justificación de ella.  
Va más allá.
Escribo para transmitir

lo que siento vivo en mí,
lo que creo.


No conseguía transmitir

mi mensaje cuando tenía voz.
A lo mejor, escrito, se produce el milagro.
Escritas, las palabras,
son más meditadas, no tan precipitadas.
Las palabras, escritas,
tienen vocación de permanencia
y no están colmadas de irreflexión,
ni de visceralidad,

tampoco de calumnia involuntaria,
como las frases pronunciadas.

 

Pero mi concepción de la escritura
no es necesariamente artística.
Es compromiso,
voluntad de cambiar las cosas,
romper el statu quo,
necesidad de sentirme útil.


No soy tan radical como el juglar cuando afirma,
“Maldigo la poesía del que no toma partido.
Partido hasta quemarse”

No obstante,

siento una gran pasión por mis creencias
a las que he dedicado mi existencia
transformándolas en mi forma de vida.

 

 

 

 

 

Fui al Hospital de Bellvitge, el pasado día 10. Decidimos esperar a la próxima visita, para sustituir el conducto actual, incómodo y prolongado, por una tapa de la válvula gástrica.

Tras hacerme las pruebas habituales, los médicos concluyeron, como siempre, que mantengo, dentro de la normalidad, los sistemas respiratorio y fisiológico. También la fuerza en las extremidades.

Conservo disartria severa y descoordinación en las piernas (por eso no me entienden cuando hablo, tengo muchas dificultades para alimentarme por la boca y me caigo mucho).

De hecho, me había vuelto a caer unos días antes de volver a la visita de Bellvitge. Fue en una iglesia, donde se celebraba un funeral, en memoria de un amigo. Perdí el equilibrio, porque andábamos muy despacio (es cuando pierdo el ritmo), para honrar a la familia del finado. A escasos metros di un golpe costal contra un banco. Aparte de que interrumpí la ceremonia (y la viuda vino a darme un abrazo), la caída fue muy fuerte y el dolor también.

Fui a urgencias, me realizaron un TAC y no tenía nada roto. Sólo mucho dolor.

PERO a los pocos días, estornudé fuerte y una fisura cedió, según parece. El resultado fue que me rompí una costilla del lado de la caída (la izquierda, En marzo, cuando me rompí cinco costillas, fue en el lado derecho).

Me plantearon quedarme en observación hasta el día siguiente, y mantenerme 24 horas en el hospital.

Acepté, con una condición: tenían que darme el alta a la mañana

siguiente, que era sábado.

¿El motivo? que tenía que acudir a una boda por la tarde de ese sábado, de una joven pareja, muy querida. Era la boda de Sina y Jessica y no me la quería perder.

Sina, es un joven de 24 años, nacido en Inglaterra. Por motivos familiares, se trasladó a vivir, con su madre, a Menorca, siendo muy niño. Sus tíos y abuela viven aquí. Pertenece a una familia bahá’í iraní.

Se hizo amigo de mi hijo menor, de sólo un año mayor que él. De niños, compartieron juegos y enseñanzas

Él volvió a Inglaterra para estudiar su carrera y hacer el master y, en Escocia, conoció a Jessica. Una chica muy guapa, de piel blanca y con una exuberante y preciosa melena pelirroja, que delata su procedencia. Es irlandesa. Yo creo que los irlandeses tienen la virtud de la ubicuidad: están en todas partes. 😊

Sina, ha querido honrar a la isla que lo vio crecer y que considera su casa, celebrando su unión formal con la mujer de su vida, en una preciosa ceremonia, con muchos participantes, amigos y familiares, venidos de diversos países. Los menorquines éramos minoría.

Su decisión de honrar a Menorca, se pudo comprobar con su calzado: unas abarcas menorquinas. Efectivamente, a pesar de ir elegantemente vestido como novio, no dudó en venir provisto del calzado tradicional de nuestra isla.

Así que, a pesar de haber salido del hospital la mañana de ese día, pude disfrutar de un día realmente especial, en el cual sentí mucha emoción y saludé a viejos amigos.

Porque los novios, como se dice ahora, se lo “curraron”. Tuvieron infinidad de detalles con los participantes, pero el mejor fue una foto extraída directamente del baúl de los recuerdos, donde sale el novio o la novia y el invitado en cuestión, con una dedicatoria específica para cada uno o la pareja asistente.

Hace 15 días, describía el mundo mágico que, descubrí de niño, en Son Saura. Mi intención no era dar un mensaje negativo, pero no fui capaz de convertir el poema, en positivo. Pero mi amigo Nabil, me dio una lección sobre la valía de las experiencias tenidas.

Para mi amigo, los tiempos de antaño, si mejores, no hay que suspirar por ellos, como perdidos. No; esas experiencias tenidas, han cumplido su función y forman parte de ti, de tu personalidad; son como peldaños, son hitos que te han acompañado en una etapa de tu vida. Por tanto, nada se ha perdido.

 

De la otra cosa que tiene que ver con Son Saura y a la que me quiero referir, es mi tío Anatolio, Toyo para todos.

Mi tío Toyo, solamente Toyo, forma parte de mis buenos recuerdos de infancia. Nuestro padre (soy el mayor de cinco hermanos), por su carácter, porque siempre estaba preocupado y nervioso, por su mal genio… no era divertido. Toyo nos hacía reír y nos proporcionaba juegos. Lo recuerdo siempre despreocupado. Parecía uno más de nosotros.

Era divertido, dicharachero, sabía dibujar comics, de los que hacía una película de “cine-Exin”. Era un sistema rudimentario del que ahora es un video. Pero tenía movimiento. Toyo grababa las historias de los comics, que siempre eran de actividades de familia y él era el protagonista “tonto” de todas las historias.

Era un sistema, ahora obsoleto, que consistía en pasar un rollo blanco de película -por la edad que tenía entonces desconozco el material y el sistema que utilizaba, aunque hoy sería para niños- pero era a través de un proyector, por el cual se podía ver la película en la pared.

Hace un año, falleció a los 80 años y pocos más. No lo olvidaré jamás,

 

 

(…) “No hay más que una única familia humana, interconectada, que comparte una preciada Tierra”

Escritos bahá’is

 

 

 


Comentarios

  1. Gracias, Climent. Lo veo también en el Telegram (tiempo de oraciones). Qué genial lo que cuentas de la boda y del tío Toyo. Siento mucho lo de la caída y todos los percances que vas pasando. Te expresas muy bien y todos vamos aprendiendo con tus aventuras y formas de contarlas. Un fuerte abrazo. Y otro también para Bel, que siempre te acompaña con paciencia y amor.

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