GUERRA

 



Hace más de dos meses, que Rusia invadió Ucrania, y los responsables deberán responder de sus actos de destrucción y muerte.

Cada día tenemos información contrastada de la terrible situación de los ucranianos y hemos visto que los rusos no respetan a los civiles que son muertos sin contemplación, incluso niños.

PERO ¿por qué no se hizo lo mismo con Siria u otras guerras terribles? La respuesta, puede ser una vergüenza para todos: no es Europa.

En Siria han muerto más de medio millón de personas y ha producido más refugiados que Ucrania.

Volviendo a Ucrania, personalmente, no creo que la solución sea enviar más armas a ese país. Al fin y al cabo, sólo asegura más muertes.

Me inclino por una solución diferente.

Hemos sabido que esta guerra, afecta económicamente a todo el mundo, porque éste se ha convertido en un patio de una escuela.

Rusia, sabe que la OTAN no actuará, tampoco directamente ningún país de Europa ni de América, porque los rusos tienen la bomba nuclear.

Se impone la necesidad de presionar mucho más a Rusia. Y, a la vez, evitar que el conflicto de extienda.

IMAGINEMOS que todos los países envían ejércitos a la extensa frontera de Rusia. No para entrar en combate, sólo para presionar a ese país. Como mínimo pondría muy nerviosos a los atacantes de Ucrania.

Sería un acto justo y no sólo solidario, también interesado: esta guerra afecta mucho a las economías occidentales.

De los Escritos Bahá’is (escrito hace casi dos siglos)

“Estad reconciliados entre vosotros, oh gobernantes de la tierra” (…)

“Sed unidos, oh reyes de la tierra, pues así la tempestad de la discordia entre vosotros será apaciguada y vuestros pueblos hallarán descanso” (…)

Si alguno de vosotros toma armas contra otro, levantaos todos contra él, porque no es sino justicia manifiesta”.

“El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que su unidad sea firmemente establecida”.

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Está en casa mi hija, su marido y mis dos nietos “andaluces”. Mi mujer y yo estamos muy ocupados, pero felices de tenerlos en casa.

Cada día rezo por los amigos y familiares enfermos (y me consta que muchas personas lo hacen también por mí), y tengo en cuenta a sus familias (de los enfermos), porque padecen un poco (o mucho) de la enfermedad de su ser querido. Como mi esposa, que ha preferido dejar de trabajar, para estar más conmigo. Y quiso instalar teleasistencia, para estar más tranquila.

Pero en el caso de Jaume, de Menorca y Leire de Cartagena, es muy duro para sus padres y hermanos. Mi recuerdo para ellos.

Cuando lo pienso, prefiero mil veces, que me pase a mí, que a un hijo mío. 

Con el día a día, noto claramente que la enfermedad avanza. ¿Os acordáis del símil argüido por mí, entre la lava de un volcán y la ELA?

Pues es tal cual. La lava avanza lenta pero inexorablemente y la enfermedad también.

Ya tengo serios problemas de movilidad. El domingo de Pascua, en la calle, en un acto que se celebraba ese día, me caí de repente y la gente que me atendió, estaban persuadidos de que me había mareado o algo peor. Y no me dejaban levantar.

Claro, ellos no sabían que era un problema diferente y mi mujer intentaba explicárselo sin éxito. Y quedé sentado en el suelo un rato.

No sabían que me caigo con facilidad: llevaba un rato de pie y decidí dar un paso para atrás, la cabeza “iba” pero los pies no respondieron, como si estuvieran adheridos al suelo. La mano se llevó la peor parte.

Es lo que me ocurre: la falta de coordinación de mis piernas afecta mucho a mi movilidad, porque pierdo el equilibrio con frecuencia. Antes de esa caída, había tenido otras dos en casa. Sin secuelas graves.

Pero los brazos sí responden y me han salvado de muchas caídas o de que fueran menos graves. Como ese día.

Esa descoordinación es constante. No altera la marcha, pero subir y, sobre todo, bajar escaleras y realizar giros (algo que todos hacemos constantemente), me produce muchos conatos de caídas o caídas reales sin consecuencias. Porque mis brazos se agarran a cualquier asidero.

Para deambular por la calle, busco las aceras amplias y las pequeñas rampas para sillas de ruedas, para no arriesgarme. En una ocasión, no estaba concentrado y me caí de bruces de una acera. Bajando y subiendo de las aceras, es más patente mi falta de coordinación en las piernas.

En cambio, después de tres meses sin tocarla, he salido con mi bici y no he tenido ningún problema (evito las veredas difíciles, aunque sueño con ellas ).

Con la bici, aprendí que siempre se encuentra alternativa si el camino está cortado o demasiado difícil. Por ejemplo, cuando atravesábamos Extremadura sin tocar el asfalto, encontramos que un canal de riego se había desbordado y la altura del agua no permitía cruzar pedaleando. Lo que hicimos es quitarnos los zapatos y atravesar ese canal, andando con la bici al lado.

Y este aprendizaje me sirve con mi enfermedad. Tengo muchas afecciones, pero siempre encuentro alternativa.

 “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma”

(M. Alonso Puig)

 

Comentarios

  1. Gracias, Climent, por compartir tus aprendizajes. Cada uno tiene sus retos. Me preguntaba hoy si seguías escribiendo y veo que sí. Y disfrutando de la familia, sobre todo con los pequeños. Como te digo por wassap: Siempre hay que dar gracias a la Vida. Y tú me lo confirmas: ¡Siempre!

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  2. Espero que las caídas no te dañen, moradores.. esguince etc. Me ha encantado tu último comentario...... " Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma..." cuidate mucho

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