UN SUPERVIVIENTE
Mi amigo José L. Fanlo, siempre me manda artículos e
informaciones interesantes. Esta semana, me ha enviado dos recortes de prensa
que quiero traer aquí. El primero, se titula RECUPERAR LA MIRADA DE LOS NIÑOS,
de Oriol Montanyá, donde afirma que Picasso consideraba que los niños son genios creativos por
naturaleza, con una manera fantástica y desacomplejada de interpretar el mundo,
pero que al hacerse mayores se sumergen en un aprendizaje uniformador que les
va limitando. El genio malagueño decía: “Me tomó cuatro años pintar como Rafael, pero me llevó
toda una vida aprender a dibujar como un niño”
El autor, resume su artículo aseverando: la
perspectiva infantil permite enfocarse hacia lo esencial y facilita la
innovación y la creatividad. Y menciona que empresas punteras, fomentan esa
facultad entre sus empleados.
Así que ya sabemos: aprendamos de los niños.
El segundo sugestivo artículo, trata de la
influencia beneficiosa de la religión y la espiritualidad, en la salud mental.
Aunque los psiquiatras no lo consideren. En el artículo firmado por Carlos
Alonso Ausín, en EL DEBATE, menciona otro escrito del psiquiatra americano,
David H. Rosmarín, titulado LA PSIQUIATRIA NECESITA ESTAR A BIEN CON DIOS,
donde aboga por la reconciliación de la psiquiatría con la religión y la
espiritualidad. Da cuenta de un estudio de la economista J. Bentzet, donde
examina las búsquedas de Google de la palabra ORACION e informa de un máximo
mundial en marzo de 2020.
Finaliza afirmando, con relación a la pandemia que
sufrimos, que deberían ser utilizados todos los medios y aspectos de la
ciencia, pero sin cerrar la puerta a la dimensión espiritual de la persona,
como factor de equilibrio.
Si recordáis, en este blog he mencionado nuestra
doble naturaleza humana: la física y espiritual. Este artículo avala mi
reflexión.
En posteriores publicaciones, volveré a extenderme
sobre este aspecto y nuestra capacidad de introspección.
Si me lo permitís…, incluyo una CRONICA:
Era mediados de octubre de 1957, de madrugada, una
joven embarazada, primeriza, se había puesto de parto.
La comadrona que la asistía, dijo a su marido que el
parto era muy difícil. Que tenía que ir a buscar al médico.
El hombre, no sin dificultades, consiguió traer al
doctor junto a su mujer.
Pero el médico, después de auscultarla un buen rato,
dijo:
- tienes que llevarla al
hospital. La vida de ambos, corre peligro.
Esas palabras, fueron como un jarro de agua helada
para el marido. No sabía cómo llevarla al hospital que estaba a más de 40
kilómetros de su casa. Hace 64 años, no existía ese servicio, tan normal ahora,
de una ambulancia. El joven matrimonio tardaría más de 15 años en comprar su
primer coche.
El médico le sugirió:
- despierta al taxista (el único
en el pueblo).
No le costó mucho convencer al chófer. Con la sola
expresión del hombre, le bastó. Retrataba la desesperación.
Para la futura madre, ese viaje fue muy largo y
angustioso, pero, finalmente, llegaron al recién construido Hospital.
En el centro médico le confirmaron la dificultad del
parto. Después de varias horas, salió el responsable y le dijo al futuro padre:
- Su esposa es muy joven y
estrecha de caderas. El parto va muy mal.
y continuó:
- Tiene que escoger entre hijo y
mujer. No podemos salvarlos a los dos.
No lo dudó mucho el marido: conocía a la madre y no
conocía al hijo. Si tenía que escoger, escogía la esposa.
Los doctores introdujeron el fórceps en el interior
de la joven, dispuestos a extraer, a toda costa, al niño del seno de la madre,
aunque fuera por trozos. Tenían que salvar a la joven.
Fue una hora, pero muy larga para el futuro padre,
que había dado un millón de vueltas en la sala de espera.
El fórceps rajó una parte de la cara del bebé y
hundió un trozo del hueso frontal del pequeño, del que todavía queda un surco
en la frente, después de 64 años. Pero nació, entero, a pesar de todo.
La dificultad del alumbramiento, pasó factura. El
aspecto del bebé era muy desmerecido: diminuto, arrugado, con la cara todavía
ensangrentada y con ungüentos amarillentos.
Cuando se lo llevaron a su habitación, la joven
madre, desde lo más hondo de su corazón, le surgió una pregunta: “¿para esto he
sufrido tanto?”
Esa misma mujer, traería al mundo otros cuatro hijos
varones. El mayor había allanado el camino para futuros partos.
Ese es el relato de mi alumbramiento. Puedo decir
que soy un superviviente.
He decidido contar las vicisitudes de mi nacimiento,
porque creo ahora, que ese rasgo de mi forma de ser, desde el primer momento de
mi existencia, me ha ayudado (y me ayuda con la enfermedad) a enfrentar los
desafíos y dificultades de la vida.
Antes de despedirme, hasta dentro de dos semanas, os
sugiero ver o volver a ver, la película, LA VIDA ES BELLA, dirigida e interpretada por Roberto Benigni, del
año 1997, donde transmite una visión optimista y preciosa de nuestra existencia.
Además, está inspirada en hechos reales.
Os deseo para este año 2022, obtener la virtud de
confiar en la vida y, para los que lo necesiten, la capacidad de transmutar
miedo en coraje.
La meva feina m'ha duit a descobrir les grans coses que ens ensenyen dia a dia els infants. Apreguem d'ells. Juguem a ser ells..
ResponderEliminarPer altre banda la vida es molt polida, pero ens posa a prova continuament i en ocasions no es facil tirar endevant. Hem de ser valents i sobretot no perdre l'Esperança. Anims.
Moltes gràcies
EliminarGracias, Climent. Impresionante el relato de tu nacimiento y cómo abriste el camino a tus hermanos. Que Dios te bendiga y te dé la paciencia que necesitas para llevar tu vida hasta su culminación. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYa que aconsejas esas película tan bella que todos conocemos, te sugiero otra en la misma línea y que me conmovió cuando la vi de joven: "Qué bello es vivir", dirigida por Frank Capra con James Stewart de protagonista (1946).
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