23-11-2021
Siento que con la publicación de la semana
pasada y ante el nuevo escenario de mi enfermedad, he cerrado una etapa. Y
ahora se inicia otra, no se si peor o mejor, pero seguro que diferente.
Porque cuando escribo estas líneas, cada
semana, no solamente narro mi día a día, también expongo todo lo que siento.
Esta semana, me he vuelto a caer
estrepitosamente, dos veces. Una en mi casa y otra montando en bicicleta. Pero
la alternativa sería quedarme sentado y quieto y, de momento, no entra en mis
planes. Soy muy activo todavía y, sobre todo, me siento útil.
Solicité la inclusión como beneficiario de la
Ley de Dependencia y estos días han estado en casa para valorarme. Va a venir
denegada, porque, como la propia denominación indica, es para dependientes. Y
todavía no lo soy. Mi solicitud, estaba motivada en la previsión; para cuando
no pueda valerme y necesite maquinaria y artilugios para vivir. Tal como dije a
la funcionaria del Gobierno Balear, no busco subvenciones ahora. Es para el
futuro. Ella me respondió que no existe ese concepto de previsión, en la Ley. Y
que podré solicitar una nueva revisión en el momento que me haga falta.
Cuando Juan Carlos Unzué (enfermo de ELA, exfutbolista
y exentrenador del Barça), comentó el post de la semana pasada, lo hizo con una
jerga deportiva, decía: “Me alegro mucho que nos dejes como compañero de
equipo y firmes por otro que te dará la posibilidad de cumplir tus sueños.”
Le contesté que no abandono el equipo. Sigo
comprometido. Porque estoy trabajando con la Asociación de E.L.A. de Baleares y
la responsable de la atención al paciente (en Menorca), para visibilizar la
enfermedad. Ya tenemos planes que hemos elaborado, reuniéndonos virtualmente
(utilizo el chat para comunicarme) y nos hemos puesto cara por lo menos.
El sábado, después de casi tres semanas sin
salir con la bici (por los viajes y el mal tiempo), estuve con mis hermanos y
Pedro, un amigo.
Cuando rodaba cercano a los innumerables pinos
del centro de la isla, de repente, me sentí inmerso en un gran júbilo interior.
Fue una experiencia muy íntima y personal. Imposible de compartir con los
demás. Me imagino, que fue debido al hecho de recuperar mi actividad favorita.
Fue un instante de felicidad.
En la penúltima publicación, terminé prometiendo
que hablaría de los juegos infantiles, de mi época. Y la semana pasada, la gran
noticia, no me permitía desviarme. Lo haré ahora, si me permitís.
Recuerdo,
de niño, que jugamos al tenis (raquetas de plástico) en plena calle, en la
misma avenida principal de mi población y que utilizábamos el parterre que
separa ambos lados de la calle, como red. También jugábamos a la comba en la
calzada.
Si
pasaba un coche, nos deteníamos, lo dejábamos pasar y seguíamos jugando.
Nací
en la casa en que sigue viviendo mi madre, hace más de 65 años. Precisamente, está
en la calle primordial de Ciutadella, la más ancha. Eso es debido a que ocupa
el espacio que ocupaba la muralla (Ciudadela, significa ciudad amurallada). Fue
demolida a finales del siglo XIX, por los gobernantes “pensantes” del momento,
suprimieron una maravilla arquitectónica construida y reformada muchas veces.
Además,
circunvala el casco viejo. De tal forma que es fácil saber la parte intramuros
i extramuros de la antigüedad.
También jugábamos a canicas o a chapas y a
frontón en la fachada lateral del colegio salesiano.
Ahora, los niños no pueden jugar en esa calle,
la que tiene más tráfico rodado.
Otro recuerdo encantador que guardo, era el
impermeable que utilizaba en los días de lluvia, para ir al colegio. Ese era un
auténtico chubasquero, no como ahora. Estaba a prueba de aguaceros. Era como un
poncho con capucha, hasta los pies, fabricado en hule y lona. Si llevaba las
botas de agua, no había lluvia que pudiera mojarme. Y debajo, portaba los
libros y el bocadillo. Lo malo, debía ser (no lo recuerdo), donde dejaba el
poncho chorreando…😊
La foto de hoy. ¡No es una pasarela en el
cielo! Son las nubes que se reflejan en el mar y el embarcadero parece que está
flotando. Muy buena foto realizada por mi hermano el sábado, durante nuestra
salida de mountain-bike. Una noche de luna llena, origina tal humedad, que
consigue convertir el mar, en una balsa de aceite.
Hola,som en Kim,lo que sentiste en bici lo experimente yo ayer,buscando setas🤣,si fui a buscar con mi madre,con 75añosz🤔.Imagina un enfermo de ELA y una abuelita en el bosque.Pues disfrute como un niño,🥰🤩.Un abrazo amigo🤗
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