20-07-2021


 

Bien hallados de nuevo. Ya se fueron mi hija y mi nieta pequeña. Días muy intensos: de ir a la playa, de reunirnos toda la familia, dado que estando las visitantes malagueñas, mi casa se llenaba con mis otros nietos e hijos. Jornadas intensas y agotadoras, pero se hace con gusto. La peor parte se lleva mi mujer, como buena organizadora, repartía las tareas, pero ella se quedaba la mayoría.

Mi nieta Elia, lista como el hambre, pero también muy sensible, me preguntó 3 o 4 veces por un corte que me hice cocinando: ¿por qué? ¿te duele? ¿cómo te lo hiciste? y nuevamente ¿por qué?. No obstante, su pregunta más crucial, fue: ¿Abuelo, por qué hablas mal?  Antes, hablabas bien…

Me he visto obligado, estos días, a comunicarme con ella, a través de una aplicación que tengo (Vocalizer), que convierte texto en voz. Ella ya entiende que aquella voz que suena en el móvil, no es mía, pero pronuncia las frases que le quiero decir. Al no poder leer todavía (está a punto de cumplir 5 años) y a pesar de que entiende cuatro idiomas diferentes (castellano, catalán, inglés y francés), no serviría escribir en un cuaderno. Ella tiene la paciencia suficiente, para esperar a que yo escriba primero lo que le quiero decir. Y eso es una virtud muy especial en una niña pequeña.

Volviendo a la aplicación mencionada, además de convertir texto en voz, también muestra el contenido en caracteres muy grandes y me ayuda a comunicarme cuando voy a un comercio o establecimiento público. Eso lo hago, después de enseñar al empleado o a la persona que me atiende, una nota que llevo siempre, donde explico, brevemente, la enfermedad que sufro y que no me entendería. Y añado “pero yo te entiendo perfectamente”, porque mucha gente piensa que soy sordo, además.

A veces, conecto el móvil a un altavoz a través de bluetooh. Y de esta forma, se escucha con más volumen. Me sirvo de él, sobre todo, en reuniones de amigos o de familia, donde, al haber mucho ruido, no se oiría bien.

Mientras tanto, sigo acudiendo a mi Templo Sagrado natural (La Vall), con mi bici. Sí, lo considero parecido a un Templo religioso o iglesia, pero no tiene paredes, ni ábsides, ni arcos, ni columnas. Tiene árboles y pájaros trinando en lo alto y me siento tan inspirado espiritualmente, cuando entro en una Catedral, como cuando estoy en la Vall. En este tiempo, procuro ir muy temprano, porque durante el día se llena de turistas, que disfrutan de sus cristalinas playas y arena blanca.

Os deseo un estupendo verano. Volveré día 17 de agosto.

 


 

 


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